domingo, 19 de agosto de 2007

El Rector Errante VS. el Rector Presente

Excelente por donde se lo mire el cuento de Susana, no parece escrito por un(a) hincha de Lanús. Los hechos que se relatan me llevaron a investigar el pasado del Rector Errante y sus posibles antecedentes. En un viejo libro encontré que quizás provenga de la secta de los BRIbones CONSumados o la de los CLEptómanos MENTirosos. Pero también encontré que hace muchos años, en el Acosta hubo un Rector Presente. Muy presente, al punto que en tres años de gestión hizo más que todos sus sucesores en casi un siglo. Se llamaba Pablo Pizzurno. Cuando en diciembre de 1911 Pizzurno dejó de ser director de la Escuela Normal de Profesores (en esa época no se lo denominaba “rector” y aún faltaban trece años para que se impusiera el nombre de “Mariano Acosta”), sus pares le hicieron varios homenajes. Hasta en eso se diferenciaba del “Rector Errante”, a lo sumo merecedor de un plato de ñoquis algún día 29 (preferentemente en febrero). Algunos extractos de los discursos pronunciados en esa ocasión hace casi cien años, podrían ayudar a conocer a un rector que realmente se jugó (hasta físicamente) por la escuela y la educación pública, al punto de enfrentarse a inspectores, ministros... ¡y hasta el presidente de la Nación! Al respecto, del viejo libro pude rescatar un contrapunto entre el Rector Presente y el Rector Errante (las referencias a Pizzurno las hizo el profesor Salvador Lartigue, seguramente bajo un techo seguro):

RECTOR PRESENTE: “Fue breve su paso por la Escuela Normal de Profesores de esta Capital: breve pero luminoso. Duró tres años”.
RECTOR ERRANTE: ¡Gil! Si no levantabas la cabeza te quedabas cuarenta años y te jubilabas sin dramas.
RECTOR PRESENTE: “Cuando fue autorizado por el ministro Naón, en 1910, para implementar la reforma al iniciarse los cursos de 1911, las Escuelas Normales pasaron a depender del Consejo Nacional de Educación, con lo que quedó sin efecto la reforma”.
RECTOR ERRANTE: ¿Quién te manda a proponer reformas educativas? ¿Cómo se te ocurre calificar de “nefasta” la gestión de José Ramos Mejía, el director del Consejo, justo cuando pasás a depender de él?
RECTOR PRESENTE: “Proyectó la reducción de horas de clase a 4 horas por la mañana y la habilitación de gabinetes, laboratorios, bibliotecas, salas destinadas a materias especiales y a las investigaciones, a las que debían concurrir los alumnos maestros por la tarde, para realizar su autopreparación. Creó un curso de biblioteconomía y otro de lectura expresiva como medio de dar poderes más vastos a los alumnos para desenvolver su acción educativa como bibliotecarios capaces y propagandistas eficientes de toda idea y práctica de progreso”.
RECTOR ERRANTE: ¿No se te ocurrió pensar que un siglo después iban a venir unos tipos a usar tu biblioteca como un basurero? ¿La lectura expresiva te sirve para los mails desde la clandestinidad?
RECTOR PRESENTE: “Aspiraba a que el maestro lo fuese en todos los medios; y los ejercicios físicos, el dibujo, la música modal, el trabajo manual educativo y el de aplicación general, las prácticas útiles como las del ahorro, la mutualidad y el gobierno de sí mismo, el establecimiento de un taller fotográfico, de un museo de material escolar y del servicio antropométrico, fueron otros tantos medios para completar la preparación y las aptitudes profesionales” .
RECTOR ERRANTE: Ay, Pizzurnito... ¿ejercicios físicos en el Instituto del Viajante? ¿Con lo del ahorro te referís a transformar el presupuesto de una licitación en más de quince millones de pesos cuando el original no llegaba a la mitad? ¿El taller fotográfico es para archivar los desastres de la obra? Menos mal que en tu época las cámaras no eran digitales, si no ¿cómo ibas a descargas las fotos sin que saltara la térmica?
RECTOR PRESENTE: “El doble aspecto de lo ideal y su realización, le significó una lucha constante, una suma tal de energías gastadas contra obstáculos que no estaba en su mano evitar, ni contrarrestar, porque provenían de muy arriba y de los que más debieron facilitar su acción, que la hercúlea fuerza moral que las impulsara, tuvo que rendirse, al fin, a la imposibilidad física. Resentida profundamente su salud, Pizzurno se retiró de la lucha directa, como que su obra durante tres años puede abarcar, por su extensión, toda una vida”.
RECTOR ERRANTE: ¿No se te ocurrió pedir una licencia médica? Si los obstáculos provenían “de muy arriba”, ¿no hubiera sido mejor hacerse el distraído? Quiero creer que lo de “energías gastadas” no es otra alusión a la instalación eléctrica.


Pasaron casi trece años de la renuncia de Pizzurno y el 16 de junio de 1924, en coincidencia con el cincuentenario de la fundación de la Escuela, se decide denominarla “Mariano Acosta” en homenaje al gobernador de Buenos Aires en cuya gestión fuera fundada (en 1874 la ciudad todavía no había sido federalizada y dependía del gobernador). Se realizó un acto con la presencia del presidente y ex alumno de la escuela, Marcelo T. De Alvear y el ministro de Educación Sagarna. Pizzurno, a la sazón un ex rector sin poder de decisión, podía haberse conformado con la medalla de oro que le entregaron, pero se dio cuenta que la presencia del presidente y su ministro representaba la oportunidad para hacer pública su disconformidad con la política educativa. No se hizo el distraído, no se borró ni pidió licencia. Encaró a Alvear y a Sagarna y dijo:

“Ha podido más la rutina y no se qué fatalidad que pesa sobre nuestra institución normal, que las demostraciones más concluyentes de la ciencia y del buen sentido. Y continuamos haciendo las cosas mal, siendo tan fácil hacerlas mucho mejor...". “Por eso, al saber que concurrirían a este acto el señor Presidente de la República y el señor Ministro del ramo, decidí –con toda premeditación y alevosía- tomar la palabra para decir lo que precede y solicitar del señor Ministro que provoque la discusión pública del asunto convocando, al efecto, a una reunión de inspectores, directores, regentes y profesores normales. Si el señor ministro me dispensa el honor de invitarme a tomar parte en el debate que se haga, me comprometo, desde ahora, a demostrar mucho más de lo que tan tímida e imperfectamente he enunciado apenas, por no ser impertinente en un día de fiestas". "Discúlpeseme en atención al móvil que me inspira. Rindo así homenaje a lo que me enseñaron en esta casa maestros inolvidables. Y de entre ellos, todos tan dignos, quiero destacar al que fuera vicedirector, señor Nicolás U. Villafañe, alma de santo de quien aprendimos a querer el bien por sobre todas las cosas, y al doctor Eduardo L. Holmberg, el maestro querido aquí presente, y quien nos inculcó el respeto profundo a la verdad y al hábito de expresarla sin cobardías”.

Quisiera imaginar al Rector Errante dirigirse en los mismos términos, no digo a Kirchner, Filmus o Clement, aunque más no sea algún supervisor. Pero no puedo.


Por Marcelo Bátiz

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