viernes, 7 de septiembre de 2007

La mirada de mi hijo

Estoy orgullosa de mi hijo y de los maestros que lo formaron en la escuela primaria dándole las herramientas necesarias para la vida. Esos maestros que les permitían votar a los docentes que los acompañarían en los campamentos, con los que cocinaban patys en el patio de la escuela, aquellos docentes que les enseñaron de pequeños a ser solidarios preparando todo el año las cosas a llevar a Malimán-Huaco. Que compartían con ellos la organización de los bailes de 5° a 7° y hasta pasaban la música, los que los llevaron a un viaje maravilloso. Esos que les enseñaron las tablas jugando y jamás de memoria. Que les enseñaron a participar y a respetar a aquellos que disentían, todos recordaremos a principio de año la confección del código de convivencia que se colgaba en los grados. Estoy orgullosa de ese Acosta que lamentablemente a través de los años se fue deteriorando y que pese a reclamos de padres y alumnos no pudimos detener.
Mi hijo va a esta escuela desde primer grado, lleva 12 años dentro de esa comunidad y como todo chico soñó con el final, con las fiestas, ser los grandes de la escuela, los agasajados, en fin los que se van… los mimados (sé que muchos papás tienen hijos que se han recibido en el Acosta y saben de lo que hablo). Pareciera que por este mismo motivo no importa lo que les suceda; totalmente faltos de contención deambulan por aulas desconocidas, por distintas sedes, como parias… son totalmente ignorados salvo para las sanciones y las llegadas tardes (sé que no estoy diciendo nada nuevo…). Sin embargo en medio de este caos no pude jamás suponer que la mirada de mi hijo sobre la realidad que le toca vivir a diario desde este 5° año no soñado fuera una ofensa tan grande para algunos. Esa mirada tan fresca de quien se pregunta porqué le tiene que pasar esto a su escuela.
Mi hijo lleva su cámara desde hace tres años y filmó y fotografió infinidad de situaciones compartidas con sus amigos, compañeros del alma y de la vida. O sea nunca estuvo prohibido filmar ni fotografiar nada no sólo para él sino para ninguno de los cientos de chicos que con sus celulares con cámara inundaron las aulas. ¿Desde qué lugar se le exige ser objetivo? ¿Qué significa ser objetivo? ¿Desde dónde se lo acusa de malintencionado? No se cuestionó ni se felicitó a los chicos cuando apoyaron paros o movilizaciones docentes por mejoras salariales, ni cuando pasan frío en Siberia o cuando tomaron la legislatura reclamando por SU educación, ni en tantas otras oportunidades que se sucedieron donde estuvieron presentes, participativos, críticos maravillosamente vitales. ¿Censurar o intentar censurar a un adolescente por mostrar su verdad a qué apunta? ¿Qué mensaje están dándole a los chicos? Estos docentes anónimos, sí anónimos, porque cuando uno firma un petitorio pone su nombre (condición elemental para todo reclamo o discusión), ¿se reunieron en asamblea?. Mi hijo puso su nombre, dio la cara, habló con sus compañeros y con los docentes. Es más, inocentemente jamás pensó el alcance que iban a tener los mismos. Estoy orgullosa de sus videos, de su aprovechar ese tiempo documentando sus últimos meses en la escuela y lo que en ella sucede, lo que le sucede a él y a todos chicos y grandes.
No es llamativo que todo adolescente desee tener una hora libre, lo preocupante es cuando están abúlicos, dormidos sobre los escritorios embolados de no tener clase, exigiendo atención. Amedrentar (educadamente) a un adolescente sobre los supuestos alcances legales que podrían padecer él y sus padres por haber filmado no sólo me parece patético sino perverso cuando no menos inmoral ya que tres docentes fue lo que hicieron. Sería tal vez interesante verlos preocupados por demandar a Bricons o a Telerman o a alguno de los tantos funcionarios que mintieron y estafaron a nuestra escuela y a nuestros chicos. El sindicato de prensa tuvo durante muchos años una consigna que decía LA PEOR OPINION ES EL SILENCIO y mi hijo afortunadamente se crió bajo esas palabras, y actuó en consecuencia.
Sres. Profesores, la democracia también es esto, es la mirada de todos y si no demanden a todos los canales de televisión, agencias noticiosas que les parezcan poco objetivas y malintencionadas, tendenciosas, etc., etc. Y si bien es cierto que existe el estatuto docente y sus derechos, ¿dónde están los derechos de nuestros hijos a recibir educación? A ser respetados, a ser contenidos, apoyados y acompañados en su formación.
Esta carta no fue ni es con la intención de crear un enfrentamiento más con la comunidad educativa pero sí para aclarar que lo que debió llevar a la reflexión (que los docentes sobre jornadas de reflexión saben bastante) se convirtió en acusar a Iair todavía no me queda claro de qué.
Desde ya quiero agradecer a todos los papás y mamás que le han hecho llegar a Iair sus opiniones donde disintiendo o felicitándolo le brindaron su apoyo y reconocimiento.

Alejandra Beatriz Attías

1 comentario:

gabrielaa. dijo...

fiel al compromiso de dar testimonio en momentos difíciles